lunes, 23 de junio de 2014

El lenguaje florido del fútbol Oscar Díaz Arnau

A la pelota se le puede pegar tres dedos o mordida, de puntín, de chilena, en palomita, de chanfle, en comba, de volea, colgadita, a quemarropa o con efecto para probablemente dejar al arquero en ridículo o a contrapié. Eso siempre y cuando el "cuidapalos” no haya puesto un cerrojo en su portería porque, de ser así, nadie -mucho menos el "tronco”- podrá meterle un gol ni al arcoíris.
Atrás quedaron los buenos tiempos en los que los extremos se llamaban wines y los actuales "cancerberos”, goalkeapers. Ya no hay más backs ni marcadores de punta: ahora los laterales son más delanteros que defensores y van y vienen como antes solamente lo hacían los número ocho, "cuando el ocho era ocho”. En la línea de fondo estaban cuatro clavados y no cinco ni tres. Y el cinco era clásico; no había doble cinco, o sea, diez.

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